miércoles, 10 de diciembre de 2014

PEDAGOGÍA, PRÁCTICA PEDAGÓGICA Y SUJERES DE LA ENSEÑANZA

1. LOS COMIENZOS CON LA HISTORIA DE LAS PRÁCTICAS PEDAGÓGICAS

Gracias a los aportes de Olga Lucía Zuluaga, expuestos en trabajos comoFilosofía y Pedagogía (1976), Didáctica y Conocimiento (1977) y Colombia: dos modelos de su práctica pedagógica durante el siglo XIX (1978), el "Grupo Historia de las Prácticas Pedagógicas" en Colombia comenzó a consolidarse como una corriente de investigación pedagógica pionera, no sólo en el ámbito pedagógico colombiano, sino también en el latinoamericano y -por la apropiación e implementación de los planteamientos y la metodología foucaultianos- también a nivel mundial. 

Desde sus mismos inicios, la influencia de Foucault sobre este grupo, sobre todo en los planteamientos de Zuluaga, se hizo clara. Fue la arqueología aplicada al saber pedagógico la que pasó a ser asumida en los primeros trabajos de esta autora como el procedimiento metodológico-investigativo fundamental.

La reflexión histórica en sentido arqueológico, referida al caso de las ciencias, se sitúa en los umbrales de epistemologización. Se busca ver qué pasa allí con los saberes cuando se encuentran en proceso de materialización y unificación como discursos sistemáticos, válidos y legítimos. Pero, yendo más allá de los criterios formales y científicos con que acostumbradamente se evalúan estos discursos, la historia arqueológica pregunta por las condiciones de posibilidad y génesis de los mismos; es decir, por las condiciones (internas y externas) de producción, emergencia y surgimiento de las formaciones discursivas -con sus objetos y efectos de verdad-. De este modo la arqueología pone en evidencia las discontinuidades, quiebres y rupturas históricas o los enraizamientos que han permitido la subsistencia y permanencia de los saberes y discursos. 

Como se puede notar, la investigación arqueológica trasciende el ámbito de las disciplinas (de las ciencias) y se ubica en el ámbito del saber, de lo social y del poder. La arqueología no es, por tanto, una teoría de la ciencia en sentido estricto, y ha de verse, más bien, como una epistemología socio-histórica del saber. Ella se centra ante todo en el análisis de las prácticas socio-discursivas que se dan al interior de una formación discursiva y de una episteme (marco lingüístico-cognitivo de fondo para los discursos y prácticas que en torno a él se encuadran).


2. LA PRÁCTICA PEDAGÓGICA ENTRE HISTORIA Y EPISTEMOLOGÍA

Según lo plantea Zuluaga en este libro, el propósito fundamental de todo su proyecto es el de "rescatar la práctica pedagógica [que] significa en su sentido más amplio: recuperar la historicidad de la pedagogía tanto para analizarla como saber, como para analizar sus procesos de formación como disciplina, trabajar con la discursividad de la pedagogía y analizar la práctica del saber pedagógico en nuestra sociedad" (Zuluaga, 1987: 22). Dicho en otras palabras, lo que se busca es trazar nuevas líneas para una posible epistemología de la pedagogía que, a su vez, permita hacer un análisis histórico-reconstructivo de la misma, pero ya no teniendo como guía los parámetros disciplinarios y los criterios científicos tradicionales. 

Por ello, es decir, por asuntos de tipo analítico-interpretativo y epistemológico inherentes al trabajo histórico mismo, por su propia postura teórico-filosófica y por las condiciones mismas del "objeto" por investigar, Zuluaga se ve en la necesidad de desarrollar una nueva propuesta metodológica y un marco conceptual para la pedagogía basados fundamentalmente en los planteamientos de Canguilhem, Koyré, Bachelard y, sobre todo, Foucault.

Así, por ejemplo, de la historia epistemológica de Canguilhem se retoma el concepto de "recurrencia" y las herramientas hermenéuticas que sirven para ubicar, en este caso, a la pedagogía bien sea como una ciencia, un saber o una disciplina. De Bachelard se toman especialmente las nociones de "obstáculo y umbral epistemológico" y la idea de que las ciencias, en momentos históricos determinados, producen sus respectivas "normas de verdad" (cf. Bachelard, 1983). Pero como se dijo al principio, han sido los aportes de Foucault los que más han influido sobre sus planteamientos teórico-metodológicos. Además del método arqueológico, Zuluaga retoma de Foucault conceptos claves como "práctica", "saber", "archivo", entre otros.

3. CONCEPTOS BÁSICOS

Los conceptos de "práctica pedagógica" y "saber pedagógico" son una reelaboración de los conceptos de práctica y saber desarrollados por Foucault. En lo que sigue se arriesgará un análisis explicativo de los mismos, ya que se puede afirmar con certeza que son los dos conceptos teórico-metodológicos más relevantes de todo su trabajo.

3.1. Práctica discursiva

El concepto de práctica discursiva designa "un conjunto de reglas, históricas, siempre determinadas en el tiempo y el espacio que han definido en una época dada, y para un área social económica, geográfica o lingüística dada, las condiciones de ejercicio de la función enunciativa" (Foucault, 1991: 198; cf. Zuluaga, 1987: 51). Las prácticas discursivas poseen una realidad efectiva, se refieren a un hacer, se definen por el saber que forman y son susceptibles de ser historiadas. En este sentido, desde una perspectiva general y retomando a Foucault, hay que distinguir, además, entre prácticas discursivas y prácticas no discursivas. Esta diferenciación tiene ipso facto una limitante: acceder a cualquiera de ellas -historiarlas- sólo es posible desde el discurso. Esto quiere decir que, si bien las prácticas no discursivas (el hacer) y los discursos (el decir) son -por naturaleza y por definición- diferentes, "no es posible concebir, desde un punto de vista arqueológico o genealógico, el discurso por una parte, y las prácticas por otra" (Zuluaga, 1987: 114).

 En otras palabras: no es posible ni analizar las prácticas por fuera del discurso, ni aislar las prácticas de los discursos. Sírvanos para ello el siguiente ejemplo: construir un edificio se puede entender como una práctica no discursiva, pero ésta se basa en discursos (planos, instrucciones, interacciones comunicativas) y sólo se puede entender desde el discurso; es decir, en tanto experiencia o hacer que toma sentido y es significada. Expresado en términos ya más filosóficos y ontológicos lo anterior quiere decir que, si bien "la realidad" no se reduce a la existencia de símbolos y discursos, ella sólo se puede comprender según la medida de estos últimos.

3.2. Saber

Zuluaga entiende el saber como "el espacio más amplio y abierto de un conocimiento, es un espacio donde se pueden localizar discursos de muy diferentes niveles: desde los que apenas empiezan a tener objetos de discurso y prácticas para diferenciarse de otros discursos y especificarse, hasta aquellos que logran una sistematicidad que todavía no obedece a criterios formales" (Zuluaga, 1987: 40). Como se puede notar, el concepto de saber se abre a un espacio de localización que sobrepasa los marcos establecidos por las ciencias tradicionales. 

La pretensión de un trabajo de investigación en esta perspectiva ya no es la de preguntar únicamente por el conocimiento en particular, sino también por el saber en su sentido de dispersión más amplio, por su génesis y por las condiciones de aparición y de emergencia. Desde esta perspectiva ya no se pregunta por la verdad del saber, sino por los juegos -de poder- en los que ese saber produce efectos de realidad y de verdad y se legitima; ya no se pregunta entonces por lo que el saber dice, sino por lo que se dice detrás de lo dicho, es decir, por las condiciones (dispositivos) que permiten que el saber diga precisamente lo que dice, por las reglas y circunstancias bajo las cuales se pone en juego (procedimientos de inclusión y de exclusión).

En síntesis, el saber se encuentra contenido en los discursos y se "mantiene" allí por la reiteración de una práctica discursiva que lo nombra, pone al frente y reitera discursivamente. Ante la negativa de partir de un sujeto de discurso o de conocimiento, el saber y los discursos pasan a definirse ahora desde la perspectiva arqueológica por la práctica discursiva que los regula y estructura. La arqueología tiene como objeto entonces las formaciones discursivas, es decir, un conjunto que abarca saberes, ciencias y prácticas.

3.3. Práctica pedagógica y saber pedagógico

A partir de los conceptos anteriores Zuluaga establece una diferenciación entre práctica pedagógica y saber pedagógico. La práctica pedagógica es entendida como una noción metodológica que designa:
1. Los modelos pedagógicos tanto teóricos como prácticos utilizados en los diferentes niveles de la enseñanza.
2. Una pluralidad de conceptos pertenecientes a campos heterogéneos de conocimiento retomados y aplicados por la pedagogía.
3. Las formas de funcionamiento de los discursos en las instituciones educativas donde se realizan prácticas pedagógicas.
4. Las características sociales adquiridas por la práctica pedagógica en las instituciones educativas de una sociedad dada que asigna unas funciones a los sujetos de esa práctica.
5. Las prácticas de enseñanza en los diferentes espacios sociales, mediante elementos del saber pedagógico.

(Zuluaga, 1987: 196).
4. LA CONCEPCIÓN DE PEDAGOGÍA
 

A partir de los conceptos mencionados Zuluaga llega a una comprensión de la pedagogía, en mi opinión, en un triple sentido: en un sentido formal y en un doble sentido analítico-metodológico.

Desde el punto de vista formal, la autora entiende la pedagogía como la "disciplina que conceptualiza, aplica y experimenta los conocimientos referentes a la enseñanza de los saberes específicos, en las diferentes culturas" (Zuluaga, 1987: 192). 
 

A esta definición se llega después de montar todo el aparato teórico-metodológico y conceptual. Con ella se enfatiza, por un lado, en el carácter disciplinar, histórico y social de la pedagogía y, por el otro, en el lugar sobresaliente de la enseñanza en tanto "objeto" de articulación en torno al cual debe centrar su atención la reflexión pedagógica.
 

Desde un primer punto de vista analítico-metodológico y respondiendo a sus pretensiones de ubicarse dentro de un campo de saber y de trabajo: historia de la pedagogía, Zuluaga entiende la pedagogía (la pedagogía histórica) como una disciplina; es decir, "como el estudio histórico de las modificaciones que han dado lugar a los procesos de epistemologización de la pedagogía" (Zuluaga, 1987: 193). De allí que sólo estableciéndose en este punto se haga posible practicar la "recurrencia" y "problematizar el presente de la pedagogía" (Zuluaga, 1987: 78)

Y desde el segundo punto de vista analítico-metodológico, concordante con su postura foucaultiana, Zuluaga nos habla de la pedagogía como un saber; es decir, como "un conjunto de conocimientos de niveles desiguales (cotidianos o con pretensión de teóricos), cuyos objetos son enunciados en diversas prácticas y por sujetos diferentes" (Zuluaga, 1987: 193). 

5. REPERCUSIONES PARA LA HISTORIA DE LA PEDAGOGÍA EN COLOMBIA Y PARA LA EPISTEMOLOGÍA DE LA PEDAGOGÍA

Como lo ve claramente Díaz (1993), con todo este aparato teórico, metodológico y conceptual O. Zuluaga trata de:

1) dotar con presupuestos nuevos a la pedagogía, para así
2) organizarla en un nuevo ámbito del saber y
3) permitirle su existencia como disciplina bajo unas condiciones diferentes.

La importancia de esto se puede mirar tanto desde una perspectiva general referida a las ciencias humanas y sociales, como desde un punto de vista más específico referido al caso colombiano.

De allí entonces que rescatar la historicidad de la pedagogía no sea solamente rescatar una historia que ésta ha tenido, no se trata únicamente de crear o establecer una memoria pedagógica, sino de reconocerse en y por medio de la historicidad que se es, y que es lo que le permite verdaderamente romper con el pasado y abrirse hacia el futuro. Sólo gracias a este momento de toma de conciencia puede legitimar su autonomía relativa frente a las otras ciencias, disciplinas y saberes, e iluminar su propio presente histórico.

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